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LO AGARRARON A PLOMO POR LA ESPALDA EN JARAMIJÓ A ZETA

En un hecho que ha conmocionado a la comunidad de Jaramijó, cantón de la provincia de Manabí, Ecuador, Frank Marín Mero, popularmente conocido como “Zeta”, fue asesinado a balazos en su negocio familiar ubicado en el barrio El Peñón del Diablo, también denominado Mirador de Jaramijó. El suceso ocurrió en la tarde del jueves 25 de septiembre de 2025, apenas minutos antes de que se difundiera la noticia, dejando en luto a su familia y a los residentes de esta zona costera conocida por su tranquilidad relativa y su actividad pesquera.“Zeta”, un hombre de más de 55 años con una vida dedicada al mar, era un pescador artesanal de larga data en las costas manabitas. Nacido y criado en Jaramijó, un cantón con una población aproximada de 20.000 habitantes que vive en gran medida de la pesca y el comercio local, Marín Mero representaba el arquetipo del trabajador incansable de la región. Su familia, por generaciones, había mantenido un negocio de ventas de comida en el sector, un pequeño restaurante que servía platos típicos como ceviche de camarón, encebollado y fritada de mariscos, atrayendo a locales y turistas que visitan el Mirador de Jaramijó por sus vistas panorámicas al océano Pacífico. El establecimiento no solo era una fuente de ingresos, sino un punto de encuentro comunitario donde “Zeta” compartía historias de sus faenas nocturnas en el mar, recordando épocas en que la pesca abundaba en sardinas y atunes sin la presión actual de la sobreexplotación marina.Según testigos presenciales, el ataque fue ejecutado con precisión y violencia. Alrededor de las 18:00 horas, varios sujetos armados irrumpieron en el negocio, disparando directamente contra Marín Mero mientras atendía a clientes. Los proyectiles, de calibre 9 mm según los primeros reportes balísticos, impactaron en su torso y cabeza, causándole la muerte instantánea en el lugar. Familiares y vecinos describieron la escena como caótica: gritos de auxilio resonaron en el barrio, y la hermana de la víctima, quien se encontraba en el local, profirió lamentos desgarradores mientras intentaba socorrerlo en vano. “Era un hombre bueno, siempre ayudando a los muchachos del barrio con trabajo en su bote”, relató un vecino anónimo a medios locales, evocando la generosidad de “Zeta” en una comunidad donde el desempleo juvenil es un problema crónico.Personal de la Policía Nacional del Ecuador (PNE) acudió de inmediato al sitio, acordonando la zona y recolectando evidencias como casquillos de bala y grabaciones de cámaras de seguridad cercanas. Las primeras investigaciones apuntan a un posible móvil relacionado con sicariato, un patrón alarmante que ha marcado la violencia en Manabí en los últimos años. La provincia, epicentro de actividades pesqueras y portuarias, ha sido escenario de disputas entre bandas organizadas que controlan el tráfico de drogas a través de rutas marítimas desde Colombia y Perú. Aunque no se ha confirmado oficialmente, fuentes policiales no descartan que el asesinato de “Zeta” esté vinculado a deudas o rivalidades en el bajo mundo del narcotráfico, donde pescadores artesanales a veces son cooptados o extorsionados como mulas para transportar cargamentos.
Este crimen no es aislado en el contexto de Jaramijó y Manabí. Históricamente, la región ha sufrido el embate de la violencia narco desde inicios de la década de 2010, cuando el puerto de Manta —a solo 30 minutos de Jaramijó— se convirtió en un hub clave para el lavado de dinero y el embarque de cocaína con destino a Europa y Estados Unidos. En 2017, por ejemplo, el asesinato del alcalde de Manta, Jorge Zambrano, por presuntos sicarios del cartel Choneros, desató una ola de atentados que dejó decenas de víctimas, incluyendo pescadores inocentes atrapados en el fuego cruzado. Más recientemente, en 2023, una serie de balaceras en Rocafuerte, cantón vecino, cobró la vida de tres marineros que, al igual que “Zeta”, eran cabezas de familia dependientes de la pesca. Según datos del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, Manabí registró más de 500 homicidios en 2024, muchos de ellos ejecutados al estilo sicario: emboscadas en vehículos y ráfagas de disparos en zonas públicas.


La familia de Marín Mero, que incluye a su esposa y varios hijos, ha recibido el apoyo de la comunidad. Sus parientes mencionaron que “Zeta” había recibido amenazas anónimas en las semanas previas, posiblemente relacionadas con un préstamo no pagado o disputas por territorios de pesca ilegal. “Él solo quería mantener el negocio a flote, como su bote en el mar”, dijo un sobrino en una entrevista improvisada. Mientras tanto, la PNE ha intensificado patrullajes en el cantón, y el Ministerio del Interior ha prometido una recompensa por información que lleve a la captura de los responsables.Este trágico suceso resalta la vulnerabilidad de las comunidades costeras ecuatorianas, donde la pesca artesanal —que sustenta al 70% de la economía local en Jaramijó— choca con la sombra del crimen organizado. “Zeta” no era un figura pública, pero su muerte simboliza el costo humano de la impunidad en regiones olvidadas por el Estado. Las autoridades llaman a la ciudadanía a colaborar con las investigaciones, recordando que el silencio solo perpetúa el ciclo de violencia. Mientras la familia organiza el velorio en la parroquia de San José, Jaramijó llora a uno de los suyos, un hombre del mar cuya historia se une a la larga lista de víctimas en la crónica negra de Manabí.


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