En las primeras horas de este viernes 26 de septiembre de 2025, el cantón La Troncal, en la provincia de Cañar, amaneció bajo un velo de terror que parece sacado de las peores pesadillas del conflicto armado interno. Alrededor de las 07:00, transeúntes que se dirigían al trabajo o al mercado local tropezaron con un paquete envuelto en plástico negro frente a la sede del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) Municipal, en el corazón de la cabecera cantonal. Al abrirlo, el hallazgo heló la sangre: una cabeza humana decapitada, con rasgos masculinos y signos de mutilación reciente, acompañada de varios panfletos garabateados con mensajes amenazantes dirigidos explícitamente a la alcaldesa Miriam Castro. "Esto es por las obras de Petroecuador en Pancho Negro y el robo del GDO", rezaba uno de los folletos, según testigos que capturaron fotos antes de la llegada policial, aludiendo presuntamente a contratos de infraestructura petrolera en la parroquia Pancho Negro y disputas por fondos de un Grupo de Delincuencia Organizada (GDO). La Policía Nacional del Ecuador (PNE) acordonó de inmediato la zona con cintas amarillas y patrulleros, mientras peritos del Servicio de Investigación Criminal (SIC) recolectaban evidencias bajo un sol inclemente que no disipaba el pánico colectivo.
Este macabro suceso no es un eco aislado en la crónica negra de La Troncal. En abril de 2024, una cabeza similar apareció frente a una Unidad de Policía Comunitaria (UPC), acompañada de pasquines que amenazaban a agentes por "invasión de territorio", intensificando la seguridad en el cantón con patrullajes mixtos de FF.AA. y PNE. En noviembre de 2022, una cabeza de mujer en descomposición fue abandonada en una vía principal, junto a una nota que incrementó el conteo de homicidios en Cañar a 80, en medio de una ola de decapitaciones que dejó a la provincia como epicentro de terror. Cañar, con su geografía montañosa ideal para escondites y laboratorios de droga, registró 120 asesinatos en 2024 según el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado, muchos firmados con mutilaciones como esta: un lenguaje de guerra que aterroriza a la ciudadanía y paraliza la economía local. Comerciantes del mercado central cerraron puestos por temor, y escuelas optaron por clases virtuales, mientras madres como Rosa Quispe, vendedora de empanadas, confesaban a medios: "Mis hijos no salen solos; aquí, la muerte viene envuelta como un regalo envenenado".
La PNE, bajo el mando del general Pablo Patiño en la Zona 6, ha desplegado 150 efectivos adicionales en La Troncal como parte del Bloque de Seguridad Fénix, instalando checkpoints en accesos y analizando cámaras del GAD que capturaron un vehículo sospechoso —una camioneta sin placas— huyendo a las 06:45. El Ministerio del Interior, a través de un tuit oficial, condenó el acto como "cobardía de GAO" y ofreció 20.000 dólares de recompensa por información, pero analistas como el criminólogo Fausto Cobo advierten: "Sin atacar las redes financieras de Petroecuador y las alcaldías corruptas, estos mensajes seguirán llegando en pedazos". La alcaldesa Castro, visiblemente conmovida en un video desde su oficina fortificada, juró no ceder: "La Troncal no se arrodillará ante el miedo; construiremos sobre la sangre si es necesario".
En un cantón donde las fiestas de San Pedro y San Pablo solían marcar la alegría andina, hoy reina el silencio roto solo por sirenas y rezos. Este hallazgo no solo alarma a la ciudadanía —que ya evita las calles al atardecer—, sino que interpela al Estado en su guerra contra el narco: ¿cuántas cabezas más para que las obras de progreso no se tiñan de rojo? Mientras peritos envían la evidencia a laboratorios en Quito, La Troncal espera, con el corazón en un puño, que este viernes no sea el preludio de una escalada mayor en las alturas de Cañar.
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