El Mundial de Italia '90 dejó un puñado de jugadores grabados en la retina de los televidentes e hinchas deportivos: desde el español Caminero, el veloz y despeinado Caniggia, hasta el arquero colombiano René Higuita, y, sin duda, toda la selección de Camerún. Una constante fue su visible extravagancia: el baile de Roger Milla, la efectividad de Ekeke, el nombre y apellido que los argentinos nunca podrán olvidar —Omam-Biyik— y el más extravagante de los extravagantes: Cyril Makanaky.
En algún momento del partido Camerún vs. Inglaterra, sentado frente al televisor, con algunos vasos de whisky en la cabeza, don Isidro Romero Carbo, entonces presidente del Barcelona Sporting Club, debió tener una iluminación:
"¡Quiero a Makanaky en el equipo!"
Las conversaciones se establecieron y, finalmente, en 1995, Cyril Makanaky fue contratado por Barcelona. En enero de 1996 llegó al país para integrarse al equipo.
No obstante, su desempeño no fue el esperado. Coincidió su situación con el final de la era de Romero Carbo al frente del club, por lo que la salida de Makanaky era inminente.
El africano aceptó la decisión, pero reclamó al club el pago de salarios y liquidación, que ascendían a 200.000 dólares estadounidenses. El club se negó a cancelarle, lo que enfureció a Makanaky.
EL RITUAL
Se dice que una noche, el jugador camerunés ingresó a escondidas al estadio Monumental, se dirigió a la cancha y, a la medianoche, procedió a enterrar huesos, polvos de mamajuana, cheques sin fondos y restos de una gallina. Realizó una invocación en idioma bamum y entonó un canto vudú, con el que selló una maldición: Barcelona no volvería a ganar un campeonato mientras no se le cancelara hasta el último centavo de la deuda.
Y se marchó del país rumbo a Francia, para iniciar una carrera como actor en películas de bajo presupuesto.
Pero quizá el canto vudú era incompatible con la gallina guarica traída de Balzar o El Empalme, porque ese año, 1997, Barcelona quedó campeón. Sin embargo, al año siguiente, la mamajuana empezaría a contaminar los huesos de la gallina; el vudú empezaría a surtir efecto desde África y se manifestaría, finalmente, en la noche de 1998, cuando Barcelona perdió en casa la Copa Libertadores de América frente al Vasco da Gama.
Ese año, además, tampoco lograron hacerse con el campeonato nacional. Léase este “ni al siguiente” como un largo etcétera.
Y más aún si se toma en cuenta que 1999 fue el año cúspide de otro salado: Nicolás Lapentti.
2000, 2001, 2002, 2003...
Y fue solamente cuando los años se empezaron a acumular como los goles que Alemania le metía a Brasil en el Mundial de 2014, que los taxistas y el diario Extra empezaron a asegurar que la maldición de Makanaky no era broma.
Y que, de seguir así, el club prácticamente se iría al carajo.
Forjándose así la leyenda de Makanaky.
SALE MAKANAKY, INGRESA LA VIRGEN MARÍA
Allá por el año 2010, uno de los empleados del estadio encontró ciertos restos de huesos en el césped del Monumental y se lo comunicó a Pocho Harb. Este, de inmediato, brindó una rueda de prensa y, con dolor, salió a aceptar que los restos del maleficio de Makanaky habían sido encontrados. Por ello, vio la necesidad de "contratar" a la Virgen María como nuevo integrante del club.
Posiblemente, este tótem rompió la cábala, pues finalmente el equipo volvió a ser campeón en noviembre de 2012.
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