El caso de Juliana Marins me deja con un nudo en el pecho. Tenía 26 años y viajaba sola por Asia. El 20 de junio cayó por un barranco en el monte Rinjani (Indonesia). La vieron viva con drones, pero el rescate fue imposible. El 24 de Junio, se informó que perdió la vida.
El 20 de junio se unió a un grupo para escalar el monte Rinjani en Lombok (Indonesia). Cansada, se separó del recorrido durante la madrugada y, desafortunadamente, resbaló y cayó entre 300-500 metros por un barranco cercano al cráter. En imagenes se ve la distancia que hay entre Juliana y el equipo de rescate. Ese mismo día se confirmó que ella estaba con vida.
21–23 de junio
Se inició un operativo con 50 personas (equipo de rescate locales, ejército, Basarnas y apoyo diplomático de Brasil). El rescate fue imposible debido al terreno empinado, neblina intensa, clima adverso, visibilidad nula, suelo suelto y ausencia de anclajes seguros.
24 de junio
Tras el cuarto día, fue encontrada sin vida en el lugar de la caída. Las causas apuntan a condiciones extremas: frío, deshidratación, hambre y difícil acceso impidieron el rescate a tiempo. Su familia hizo el comunicado oficial a través de IG, en una cuenta que crearon para actualizar sobre la situación de Juliana.
Hasta ahora se habla de negligencia del guía, pues Juliana se rezagó por cansancio y no la esperaron. Al dejarla sola en un terreno difícil, ocurrió la caída.
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