Un ser mĆtico acecha el noroeste cordobĆ©s y aterra a todo aquel que puede ver mĆ”s allĆ”. Un animal sediento de venganza que no solo existe en el imaginario popular...
La chancha con cadenas suele aparecerse por el noroeste de la Provincia de Córdoba, en los pequeños poblados de las estribaciones de las Sierras Grandes, poco antes de las Salinas de Catamarca. Se trata del alma de una chancha envuelta en cadenas.
La Chancha con cadenas tiene dos versiones: en algunos casos se trata de una cerda diabólica, enteramente renegrida, que emprende desquiciadas carreras en medio de la noche causando el mal a quien la encara. En cambio, para otros, es simplemente un alma en pena, de color negro, rojo o bayo, que ronda lastimera en las tormentas nocturnas, planeando su desgracia.
Cómo la veo
Las malas lenguas (y tambiĆ©n las buenas) coinciden en que se trata del Ć”nima de una mujer maldita, que arrastra sus cadenas y purga sus pecados. Esta leyenda se tiƱe con tintes de creencias católicas y apoyadas en la fe. La mayorĆa de la población coincide en que la chancha es fugaz y escurridiza. En la zona se sabe que, si se la quiere ver y se la busca, se desvanece como tambiĆ©n se desvanecen los estrĆ©pitos de su carrera espectral.
Episodios trƔgicos
Los relatos de quienes lograron conocerla, son espeluznantes y se reproducen como moscas en Quilino y San JosĆ© de las Salinas. En estas poblaciones, cruzadas por el ferrocarril, se la suele ver por los durmientes. En las noches de plenilunio y luna nueva, echa un chisperĆo al contacto de sus cadenas con los fierros de las vĆas. La imagen total es una chancha que corre desesperada, perseguida por sus fuegos, llorando desbocada.
En las noches aborrascadas de primavera o en oscuras madrugadas intolerables, rodea las iglesias y los cementerios. Al ruido de sus eslabones malditos, las viejas se persignan y los niƱos se hunden mĆ”s entre sus mantas…. TambiĆ©n hay quien le enciende velas, para espantarla o pedir la santa intervención para el perdón de sus pecados.
Dónde va la chancha
Desde los departamentos de IschilĆn, hasta el noroeste de Tulumba y Sobremonte, esta increĆble aparición le quita el sueƱo a mĆ”s de un creyente de los mitos de nuestro paĆs. Hay quienes aseguran que esta presencia alguna vez fue vista en RĆo Seco, en los baƱados previos a la Mar de Ansenuza. Y sobran testigos en toda la zona este-oeste de Tulumba y hasta a Barranca Yaco y Mula Muerta, al sur del tradicionalista departamento Totoral.
Pero la zona en la que la chancha nace y aparece con mĆ”s frecuencia es la región de IschilĆn, en el triĆ”ngulo formado por Quilino, Los Cadillos y San JosĆ© de las Salinas. Precisamente en Quilino y Villa Quilino, separadas por las vĆas, suele aparecerse con mayor constancia.
Sin embargo, no solo al norte y al oeste de la intrincada geografĆa cordobesa se sintió la tenebrosa huida de la chancha. TambiĆ©n hubo pobladores de detrĆ”s de las montaƱas, en Caminiaga y Cerro Colorado, que la han visto u oĆdo.
Una imagen que se desvanece
Cuando a principios de 1980 el gobierno de facto decidió retirar el ferrocarril que iba al Oeste, hacia Catamarca, las poblaciones languidecieron. San JosĆ©, Quilino, San Pedro, Jaime Peter, ChuƱa, Huascha, La Juanita, la mismĆsima DeĆ”n Funes y muchas otras, decayeron penosamente.
En la actualidad, estas localidades cuentan con mayor población, pero ya no se oyen los ferrocarriles ni el sollozo del crespĆn en las ramadas. Escasea el monte, los delicados guazunchos, los pecarĆes, los pumas, las palmeras, hasta los mismos vecinos fueron huyendo. Entre las hojas de la soja mutante, solo se escucha desolado el viento y, muy de vez en cuando, las carreras fantasmas de la chancha con cadenas, que se resiste a migrar.
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