Hoy les contaré de un caso conocido por muchos, pero también desconocido muchos más. Un caso argentino que logró demostrar la corrupción e inoperancia policial del país, y lo amarillistas que pueden resultar los medios cuando se deja lugar a hipótesis diferentes.
Todo comenzó el 14 de noviembre del año 2009, la familia Pomar (Luis, Gabriela y sus hijas de 3 y 6 años, Candelaria y Pilar), emprendieron viaje desde su casa en José Mármol rumbo a la ciudad de Pergamino, ambas ciudades, ubicadas en la Provincia de Buenos Aires.
La familia viajaría en su vehículo, un automóvil Fiat Duna Weekend color rojo.
Allí, Luis tendría una entrevista de trabajo y, además, aprovecharían a visitar a los padres de Gabriela. En el camino, se detuvieron a dejar a un hijo de Gabriela con un matrimonio anterior en la casa de unos amigos, ya que este tenía que rendir un examen.
Luego de dejar al chico en la casa de sus amigos, a las 19 horas continuaron su viaje rumbo a la ya mencionada ciudad de Pergamino. Esto quedó registrado a través de un mensaje de texto que enviaron a un familiar. Este decía: “Estamos yendo”
Una hora más tarde, Gabriela llamó a una amiga con la que cenaría al llegar a Pergamino, y al colgar, mandó un mensaje a su padre en el que le informaba que llegarían aproximadamente a las 22:00hs. Nunca llegaron.
Al día siguiente, el 15 de noviembre, familiares de los Pomar denuncian su desaparición y la policía comienza los rastrillajes. Para el 19 de noviembre, se trataba de un caso nacional, y todos los medios cubrían las últimas novedades del caso.
El 20 de noviembre llega la primera prueba. Una imagen de video sacada desde una cámara de seguridad de un peaje de Villa Estil. Observándola, pareciera que Luis Pomar saludara a la cámara. Pero al no tener una respuesta firme, las especulaciones no tardaron en llegar.
Desde que extendía su brazo para tomar el ticket y seguir su rumbo, hasta que pedía ayuda, e incluso, que su cara transmitía una furia incontenible luego de sufrir un ataque de ira y que tenía el plan de matar a toda su familia. Desencajado... enojado.
Aquí ya se hablaban de tres principales hipótesis: una desaparición intencional, la participación de una tercera persona, o bien un accidente, siendo esta la menos creíble, teniendo en cuenta la cantidad de días que ya hacía de su desaparición.
No era posible que se tratase de un accidente de tránsito, pues la policía habría encontrado el auto en los rastrillajes diarios que se realizaban.
Se comenzó a especular sobre que se habrían escapado del país, cosa imposible ya que los documentos de las niñas se encontraban en la casa de la familia en José Mármol.
Comenzó a especularse en los medios, entonces, que la familia habría escapado por deudas, debido a la situación de desempleo de Luis Pomar, o que escapaban de alguien peligroso quien le habría prestado dinero a la familia, y no pudieron devolver.
Se especulaba también con un drama pasional en el que Luis habría matado a toda su familia, incluso con que habían sido extorsionados y secuestrados por el Cartel de Sinaloa, ya que Luis era “químico”. Y químico entre comillas, porque en realidad no lo era. Solamente tenía un título en el secundario que le daba una tecnicatura en química, razón suficiente para los medios para especular sobre esta descabellada hipótesis.
La intimidad de la familia fue destrozada y pisoteada, y las nuevas hipótesis llegaban de a montones. Se allanó su casa varias veces, se transformó a Luis en un monstruo, en un narco y asesino. Se decía que traficaba drogas, que le pegaba a su mujer, etc.
En los medios hablaban todos. Amigos de la familia, vecinos, amigos de los vecinos, psicólogos, especialistas, periodistas y hasta médiums. El 23 de noviembre, se encontró otra imagen de seguridad, en otro peaje, en el que se veía a la familia completa, y viva.
Una testigo, días después, afirmó haber visto a la familia paseando en un shopping de forma tranquila, algo que fue rápidamente descartado por la policía.
El 1ero de diciembre, volvió a allanarse la casa de los Pomar, en busca de un arma que, según testigos, Luis habría comprado para protegerse. Al no encontrarla, las hipótesis de que Luis era un asesino, un loco, un demente, cobraban fuerza en los medios.
La casa de allanó dos veces más luego de este hecho. Los medios analizaban el perfil psicológico de Luis, y aseguraban que había matado a su familia y que después se había suicidado. Amarillismo, en su máxima expresión.
Se dijo que se los había visto en Chile, en Mendoza, en Córdoba, Río Negro, y hasta que, atención, ¡LOS HABÍAN ABDUCIDO LOS ALIENS!
El secretario de investigaciones dijo a la madre de Gabriela, que había puesto a 2500 policías a rastrillar y buscar a la familia. La policía informaba oficialmente que los rastrillajes se estaban realizando por tierra y por aire, pero, ¿se estaban realizando?
Según la policía bonaerense, se cubría todo el trayecto desde José Mármol hasta Pergamino, pero que no se encontraba absolutamente ningún rastro. Y aquí llega la primera muestra de inoperancia.
La fiscal a cargo del caso, confirmó que se había realizado un legajo, un registro de TODOS los llamados al 911, y que cada llamado había sido chequeado. Pero al parecer, esto no era tan así.
Entre los llamados al 911, estuvo el de un albañil que, el 16 de noviembre viajaba en colectivo y vio, desde el segundo piso, un auto rojo volcado con las luces encendidas, al costado de la carretera. Al regreso, por la misma ruta, volvió a verlo.
Con la foto de los Pomar en todos los medios, el 27 de noviembre este albañil se contactó con los medios y confirmó haber visto este vehículo y haber llamado al 911. Pero aparentemente, nadie hizo nada. Nadie se hizo presente en el lugar de los hechos.
Era imposible pensar, a dos semanas de su desaparición, en un accidente de tránsito. ¿No habían 2500 policía rastrillando el trayecto en su totalidad? Se supone, que tendrían que haber visto el auto, mejor dicho, ES OBVIO que tendrían que haber visto el auto.
El día finalmente llegó. El 8 de diciembre, tras 24 días de desaparición de la familia Pomar, fueron encontrados, todos muertos. Estaban al costado de la ruta 31 entre matorrales, junto a su Fiat Duna Weekend, dado vuelta.
Tras las autopsias, se constata que la familia se accidentó el mismo día que salieron de la ruta. Se confirmó que, sobre esta ruta sin iluminación ni señal de que se aproximaba una curva, el vehículo pisó un enorme pozo, perdió el control, y se salió de la ruta.
Tras esto, lo evidente: NADIE LOS HABÍA BUSCADO, JAMÁS. Ni por aire, ni por tierra, ni siquiera con el reporte al 911 de un vehículo rojo volcado en la carretera, en un tramo del trayecto de José Mármol hacia Pergamino, donde supuestamente se buscaba intensamente.
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