EL NOMBRE DEL CERRO SANTA ANA, UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA
El Santa Ana es una colina de 60 metros de altura perteneciente a la formación geológica Cayo. La vegetación que cubre sus laderas es xerófila, por lo que solo en invierno es posible ver reverdecer estas colinas.
La ciudad cuando se establece definitivamente en 1547 no lo hace en las faldas del Santa Ana, sino en la hondura que forma la unión de esta colina con El Carmen.
Existe la hipótesis que en el cerro había entierros, no de oro, no, sino de inhumaciones hechas por los antiguos nativos, lo que incidió para que los colonos españoles se ubiquen en otro sector. Esto tiene visos de ser verdad ya que a comienzos del siglo 20 se desató una oleada de personas buscando en el Santa Ana posibles huacas con tesoros, por otro lado moradores mencionan haber encontrado vasijas enterradas, pero dado el crecimiento demográfico que ha experimentado el Santa Ana y El Carmen ha sido imposible corroborar dichas aseveraciones, ¿será que a esto se refiere la leyenda del Hada de Santa Ana de autoría de Gabriel Pino Roca?
Se cree que esta leyenda data de tiempos coloniales, sin embargo sale a la luz en 1930.
Cuenta la leyenda que el nombre del emblemático cerro se lo debemos a Nino Lecumberri que en un suceso paranormal imploró la protección divina y en agradecimiento por superar ese difícil trance hizo colocar una gran cruz en la cima y le denominó al otrora Cerrito Verde, Santa Ana.
Desde entonces nos hemos quedado con la versión de la leyenda y se ha dejado de lado a la investigación histórica.
Revisando los planos de Santiago de Guayaquil, he podido notar que en el plano de Dionisio Alcedo y Herrera publicado en 1741 aparece el nombre Santa Ana y en un plano fechado 12 de octubre de 1787 la presencia de una cruz en la cima, parece ser que el cerro llamado Lominchao, luego Cerrito Verde, en el siglo XVIII se lo registra cartográficamente como Santa Ana, sin embargo, esto no descarta que el nombre haya venido desde el siglo anterior.
El culto a Santa Ana proviene de Aragón, España, en el siglo XVII, es posible que su culto haya llegado a Guayaquil en este siglo, por lo tanto la colina objeto de esta crónica debió denominarse Santa Ana entre los siglos XVII e inicios del XVIII.
Santa Ana y San Joaquín, son los padres de María, la madre de Jesús, y el santoral es el 26 de julio, justo un día después de Santiago Apóstol, lo que demuestra una estrecha relación para la ciudad con estas emblemáticas fechas.
Santa Ana es considerada patrona de las familias, mujeres embarazadas, de las abuelas, de las mujeres parturientas, de los carpinteros y de los mineros.
El siglo XVIII la población de la ciudad de Santiago de Guayaquil se ve afectada por varias calamidades en 1708, la viruela; 1709 un nuevo ataque pirata; 1740, la fiebre amarilla; 1749, la peste. Una pista clave que me hace suponer que el denominar Santa Ana al Cerrito Verde fue resultado de un gran acto de devoción de la población al atravesar por un momento difícil, se trata cuando el Cabildo guayaquileño, pide la intersección a Santa Ana ante la peste, dejando constancia en acta con fecha 18 de abril de 1749 (Compte, 2020 en Diario Expreso)
Para 1785 aparece la epidemia de sarampión y ahora vemos una gran cruz en la cima del plano de 1787, algo que no había visto en los anteriores planos, curioso, ¿será que el sarampión motivó a la población a colocar una cruz en otra demostración de fe?
El Cerro Santa Ana cuadro del pintor francés Ernest Charton, 1849.
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